Hoy tenía concierto, un programa doble: La Novena Sinfonía de Beethoven y el Cármina Burana de Orff. Orquesta (dirigida por Secikin) y Coro de la Filarmónica Nacional de Moldavia, y unos solistas de gran nivel.
El teatro estaba bastante lleno pero había algunos huecos aquí y allá... El repertorio era inmejorable, con dos obras cumbres de la cultura europea. Quizás la gente consideró que el precio era desorbitado, en estos tiempos de crisis. A mí no me lo pareció, pero todo es opinable...
Gustó mucho, especialmente el Cármina Burana. La Novena también estuvo bien, pero adolecía quizás de algunos fallos en la orquesta. El público no respondió, la ovación fue escueta. Dicen que el público vallisoletano es muy exigente... Yo creo más bien que es un público frío, seco. Aunque no fue sublime, la versión merecía algunos aplausos más, al menos para solistas y coro.
Cerca de mí se sentaba una señora que le dio un ataque de tos que duró casi todo el segundo movimiento, mi favorito, y apenas pude gozarle, las toses desconcentran mucho.
Más gustó la ejecución de la obra de Orff. Sonó muy bien y los solistas estuvieron estupendos. Quizás el momento más mágico estuvo en la sección 12 ("Olim lacus colueram"), interpertado por un contratenor invidente que iba sin partitura, como es lógico, y al cantar, completamente entregado, y colocado en el proscenio, "mirando" hacia el público, nos ofreció una versión verdaderamente sobrecogedora. Finalizado el Cármina Burana, ahora sí, la ovación fue larga y cerrada.
Regresé a casa helao de frío pero saboreando la emoción recién vivida...