Re: CONCURSO DE RELATOS ERÓTICOS-Publicación de relatos
Publicado: 21 May 2013, 11:43
Relato Nº 2:
MECACHIS EN LA CHISPA DE LA VIDA!!!!!! - (Autora: Akracia.)
MECACHIS EN LA CHISPA DE LA VIDA!!!!!!
Espero con impaciencia que el semáforo cambie a verde cuando de pronto, entre la multitud que aguarda al otro lado de la avenida, surge una mujer bella e inesperada, cubierta tan sólo con una túnica que deja adivinar un cuerpo esbelto y lozano. Los ojos grandes y misteriosos destacan en su rostro ovalado, una melena roja cae salvaje sobre sus hombros hasta llegar al escote, donde nacen unos senos firmes y voluptuosos. Los brazos son delgados y llenos de gracia, su fino talle contrasta con las amplias caderas entre las que se insinúa un vientre terso y redondito. Sus muslos bien torneados, las piernas largas terminan en unos bonitos pies apenas cubiertos. Mientras espera ajena a todo, la túnica se entreabre dejando adivinar su pubis dorado. Esa mujer es todo mi deseo. Quiero ir hacia ella, pero mis pasos no responden. La espero sin atreverme tan siquiera a cerrar los ojos por temor a que, al abrirlos, ella ya no esté .
Nos miramos intensamente. Ella, con cierta maldad ingenua. Yo, con anhelo febril. El mundo se ha detenido, sólo existimos los dos. Su sensualidad perturba mis sentidos. Un impulso irrefrenable me lleva a ella. Tomo su cara entre mis manos, la atraigo hacia mi, beso sus labios con dulzura, lujurioso, jugueteo con ellos y, sin prisa, abro la flor de su boca para apagar mi ardor en su frescura. Ella entorna los párpados y se entrega apasionada al largo beso. Mis dedos se enredan en su pelo sedoso con olor a violetas. Lo separo suavemente del rostro para mordisquear sus orejitas, recorro su cuello con la punta de mi lengua hasta llegar a la dulzura de la nuca y a los hombros pecosos, suaves como pétalos. La voy desnudando mientras acaricio sus pechos, los aprieto y beso sus pezones. Sigo bajando hasta su vientre palpitante, demorándome en el secreto del ombligo, luego acaricio la rubia pelusilla de sus muslos hasta llegar a un sexo de terciopelo. Lo excito con mi palma y siento su cálida humedad mientras nos damos besos con sabor a pecado. Me echo sobre ella, pongo mis manos en sus nalgas generosas apretándola contra mí. Intento poseerla, pero ella se rebela con fiereza: me muerde, gime, me rechaza,... para buscarme de nuevo, se aprieta mimosa contra mí, me besa y se somete al fin al gozo del amor. Una vez apaciguados los dos ella parte, dejándome el veneno de la incertidumbre.
El semáforo se ha puesto verde. Esa mujer cruza la avenida y viene hacia mí. Su porte elegante denota seguridad, tanto en la manera altiva de mover la cabeza como en su andar flexible y ondulante. LLega a la acera. Quiero decirle algo, pero las palabras no salen de mi boca. Ella continúa caminando, pasa a mi lado sin verme. La gente ha desaparecido a mi alrededor. Miro y me doy cuenta de que el semáforo está a punto de cambiar a rojo otra vez. Apuro el paso porque llego tarde al trabajo y murmuro para mis adentros: Mecachis en la chispa de la vida.
MECACHIS EN LA CHISPA DE LA VIDA!!!!!! - (Autora: Akracia.)
MECACHIS EN LA CHISPA DE LA VIDA!!!!!!
Espero con impaciencia que el semáforo cambie a verde cuando de pronto, entre la multitud que aguarda al otro lado de la avenida, surge una mujer bella e inesperada, cubierta tan sólo con una túnica que deja adivinar un cuerpo esbelto y lozano. Los ojos grandes y misteriosos destacan en su rostro ovalado, una melena roja cae salvaje sobre sus hombros hasta llegar al escote, donde nacen unos senos firmes y voluptuosos. Los brazos son delgados y llenos de gracia, su fino talle contrasta con las amplias caderas entre las que se insinúa un vientre terso y redondito. Sus muslos bien torneados, las piernas largas terminan en unos bonitos pies apenas cubiertos. Mientras espera ajena a todo, la túnica se entreabre dejando adivinar su pubis dorado. Esa mujer es todo mi deseo. Quiero ir hacia ella, pero mis pasos no responden. La espero sin atreverme tan siquiera a cerrar los ojos por temor a que, al abrirlos, ella ya no esté .
Nos miramos intensamente. Ella, con cierta maldad ingenua. Yo, con anhelo febril. El mundo se ha detenido, sólo existimos los dos. Su sensualidad perturba mis sentidos. Un impulso irrefrenable me lleva a ella. Tomo su cara entre mis manos, la atraigo hacia mi, beso sus labios con dulzura, lujurioso, jugueteo con ellos y, sin prisa, abro la flor de su boca para apagar mi ardor en su frescura. Ella entorna los párpados y se entrega apasionada al largo beso. Mis dedos se enredan en su pelo sedoso con olor a violetas. Lo separo suavemente del rostro para mordisquear sus orejitas, recorro su cuello con la punta de mi lengua hasta llegar a la dulzura de la nuca y a los hombros pecosos, suaves como pétalos. La voy desnudando mientras acaricio sus pechos, los aprieto y beso sus pezones. Sigo bajando hasta su vientre palpitante, demorándome en el secreto del ombligo, luego acaricio la rubia pelusilla de sus muslos hasta llegar a un sexo de terciopelo. Lo excito con mi palma y siento su cálida humedad mientras nos damos besos con sabor a pecado. Me echo sobre ella, pongo mis manos en sus nalgas generosas apretándola contra mí. Intento poseerla, pero ella se rebela con fiereza: me muerde, gime, me rechaza,... para buscarme de nuevo, se aprieta mimosa contra mí, me besa y se somete al fin al gozo del amor. Una vez apaciguados los dos ella parte, dejándome el veneno de la incertidumbre.
El semáforo se ha puesto verde. Esa mujer cruza la avenida y viene hacia mí. Su porte elegante denota seguridad, tanto en la manera altiva de mover la cabeza como en su andar flexible y ondulante. LLega a la acera. Quiero decirle algo, pero las palabras no salen de mi boca. Ella continúa caminando, pasa a mi lado sin verme. La gente ha desaparecido a mi alrededor. Miro y me doy cuenta de que el semáforo está a punto de cambiar a rojo otra vez. Apuro el paso porque llego tarde al trabajo y murmuro para mis adentros: Mecachis en la chispa de la vida.