candela escribió:¡¡¡ Hola Pikatoso !!!..Perdona ya veo que te llamo la atención este tema antes que a mí, lo repetí sin darme cuenta que tú ya habías echo alusión a él, mi opinión va en tu misma dirección , lo que no entiendo es ; ¿ cómo alguien que sabe muy bien lo que hay se mete a sacerdote ?, es tan fácil como salirse y apuntarse al paro .
Hola
Pues a tu pregunta de cómo es posible que alguien que sabe muy lo que hay (te refieres a la exigencia de renuncia a la vida sentimental y sexual) se mete no obstante a sacerdote, en mi opinión esto se debe a que muchos sobrevaloran su fortaleza, tanto en el plano emocional como en el carnal, y se dan cuenta de ello una vez que ya forman parte del engranaje clerical.
Es decir, a pesar de que cuando comenzaron la carrera sacerdotal los aspirantes sabían perfectamente que la Iglesia les exigía abstinencia sexual de por vida y olvidar cualquier idea de formar una familia o de mantener un vínculo íntimo con una mujer (no digamos ya con un hombre), ellos pensaron que podrían cumplir tales requisitos con facilidad, para luego tropezarse con la realidad de su débil naturaleza humana, que les impulsaba a la satisfacción de sus instintos y necesidades.... al fin y al cabo, satisfacerlos es lo natural y humano, mientras que la postura de la Iglesia es absolutamente contranatura.
¿Qué puede hacer pues el sacerdote que descubre después de cierto tiempo que lo que imaginaba como un simple camino de renuncia fácilmente superable mediante la fe se transforma en realidad en una dura y pesada losa, en una lucha contra él mismo en la que solo puede resultar perdedor? Pues básicamente tiene tres opciones: 1) Soportar el sacrificio autoimpuesto al elegir esa profesión y apurar hasta el final el amargo cáliz de la abstinencia llevada a duras penas, lo que inevitablemente le convertirá en un ser frustrado y resentido 2) Saltarse las normas clericales y llevar a escondidas una activa vida sentimental y sexual, una salida dura y onerosa, tanto para él como para su pareja, y que muchos no logran superar 3) Renunciar al sacerdocio e incorporarse a la vida de un hombre 'normal'.
Aparentemente, la última opción sería la más lógica y simple, pero te puedo asegurar por casos en mi entorno, que tal renuncia no resulta nada fácil para muchos sacerdotes, sobre todo los que llevan años de profesión a sus espaldas y tienen una extensa parroquia a su cargo, a la que se sienten unidos. Además, al tratarse de una actividad vocacional, resulta aún más difícil abandonarla y apuntarse al paro o empezar de cero en otro campo, una decisión por otra parte con pésimas perspectivas en la España actual.
Lo más sensato sería que la Iglesia renunciara a una serie de rancios y antinaturales dogmas, con lo que muchos problemas se resolverían por sí mismos, peeeeero........ ¡con la Iglesia hemos topado, Sancho!