En realidad no lo he acabado, sólo llevo tatuada la primera parte y no sé si habrá espacio para la segunda, por culpa del empeño de poner también las notas a pie de página. Una versión reducida habría estado bien. Pero no, Yéssica, que así es como se llama la amiga de mi cuñao y que tiene uno de esos garitos en los que ponen pirsin y hacen tatús, se empeño en copiar la edición original, citando incluso bibliografía de los estudiosos de la obra de Cervantes.
Todo empezó en una despedida de soltero, cuando alguien dijo que a ver quien tenía huevos a ponerse un piercing en la puntalnabo; y yo, que cuando voy por la segunda botella de cuatro rosas ya no soy el mismo, me quise hacer el gallito y allá que nos fuimos. Cuando Yéssica, la amiga del cuñao, vio "el folio en blanco", me sugirió que desestimase la idea del pirsin y que me hiciera un tatú de los wapos.
Ante la idea de taldrarme el nabo, se me estaba disipando la mona por momentos, y decidí que la impresión en tinta sería menos invasiva y dolorosa que la introdución de metales. -¿Qué tal la bandera de España con el toro de Osborne? -Le sugerí. -"No, te voy a hacer algo novedoso, ya que hay espacio suficiente: te escribiré "El Quijote? -Respondió ella. No está mal traído -pensé, creyendo que con lo de "El Quijote" se refería justamente a eso, a la frase "El Quijote", pero en ningún momento sospeché que sus intenciones eran muy otras. La cosa empezó así:
En un lugar de La Mancha... y cuando íbamos por la aventura de los batanes ya tenía el gajo como la cabeza de Rappel. La próxima vez que beba dejaré la picha a buen recaudo.