Re: Grandes Marinos Españoles
Publicado: 30 Ene 2011, 17:32
Otro marino que me había dejado en el tintero: Gutierre de Hevia, aunque lo había nombrado al estar muy ligado a otros grandes marinos. Fue el primer Marqués del Real Transporte y primer Vizconde del Buen Viaje, títulos conseguidos de forma fácil (por haber sido el Capitán del navío Fénix, encargado de traer al Rey Carlos III de Nápoles a España), pero como veremos no todo fue tan sencillo en su vida, aunque llegara a ser Teniente General de la Real Armada Española y, además, Jefe de la Armada Española y Comandante Principal de los Batallones de Marina. Otra estupenda biografía de aventuras, acción histórica y política desperdiciada por nuestros cineastas, que luego se extrañan de no ser competitivos.
D. Gutierre de Hevia (o Evia) y Valdés (1704-1772)
nació en Tortona, ciudad italiana del Piamonte, en plena Guerra de Sucesión española (en el año de la toma de Gibraltar por el Príncipe de Darmstadt es decir, por las tropas de un rey teóricamente español, Carlos III de Habsburgo, aunque los británicos aprovecharon la coyuntura para izar su pabellón y no arriarlo jamás) y, como desde muy joven le gustó aquello de mandar barcos, lo tenemos ya con plaza de Guardiamarina en julio de 1720 en el departamento del Cádiz.
Su primera misión en el mar, 1722, será a bordo del navío de 60 cañones, Catalán, concluida la cual vuelve a su compañía, suponemos que con mucha más experiencia aprendida de los artificieros y demás marinos del bello navío. Os recuerdo que el navío Catalán era aquel que en 1720, al llegar a La Habana gobernado por Rodrigo de Torres, había combatido y resistido durante cuatro horas contra dos navíos británicos que al final pusieron pies en polvorosa. Y tuvo muchas más aventuras victoriosas este aguerrido navío, pero su historia es para otro hilo.
Navío Catalán, detalle del cuadro de Rafael Monleón.
Caballero de la época, Gutierre tiene un duelo con otro guardiamarina y lo mata, pero, aunque ya sabemos que el duelo se toleraba socialmente, oficialmente estaba prohibido y tiene que refugiarse por un tiempo en sagrado (todavía se respetaba esta costumbre cristiano-medieval; los abusos y la democratización paulatina de la aplicación de las leyes, dejaría sin efecto este paliativo clemente al arbitrario y represivo sistema judicial antiguo) para no caer en manos de la justicia.
Pareja de pistolas españolas de duelos del siglo XVIII (copias)
En 1740 es ya Capitán de Fragata y es enviado a América con la escuadra de nuestro viejo conocido Rodrigo de Torres. Pero ya en Cartagena de Indias ocupa uno de los navíos que se pone al mando de Blas de Lezo. Buen maestro de héroes este Blás. Gutierre tendrá el honor de participar en la célebre batalla de Cartagena de Indias. No se salva de ser herido, como es natural, en tan desigual batalla.
Recibirá el mando del navío Nueva España en 1747 y entre 1751 y 1755 tendrá su base en el puerto de La Habana desde donde efectúa la labores de corso contra el comercio ilegal y la piratería. Para este cometido tendrá a sus órdenes una división: los navíos Castilla y Europa, las fragatas Aurora y Bizarra y el paquebote Diligente.
Un año después recibe el mando del navío Tigre y el nombramiento de Comandante Interino de los batallones de infantería de marina.
Así que ya tenemos a Gutierre al mando de un navío de su majestad, aunque sea de los que menos cañones portaban.
“Lo primero que debía hacer un oficial, al que se le había asignado el mando de un buque de Su Majestad, era presentarse inmediatamente a su Comandante general de mar o de tierra, según fuera el buque suelto o de escuadra, para recibir la orden e instrucciones con que debía proceder al armamento de su embarcación. Una vez recibidos estos mandatos pasaba al Arsenal de su departamento, acompañado de sus oficiales de guerra, mayores y de mar que le habían sido designados. Todos tenían que saber de primera mano el estado del buque, reconociendo el casco, arboladura, velamen y todo género de pertrechos marineros y militares, así como las municiones de guerra de su dotación. Dando cuenta a su Comandante en jefe del estado del bajel si hubiera disconformidad, o discordia, con los diferentes encargados de los distintos ramos del Arsenal, ya sea sobre la calidad y el estado del buque y sus efectos. Algo que debía estar a la orden del día, sobre todo en épocas de penurias económicas en las que era difícil dotar a un buque con lo establecido por reglamento…
…Desde el mismo momento en que se nombraba comandante de buque a un oficial este era absolutamente responsable del mismo. Y por lo tanto tenía que ser obedecido prontamente por todos los demás oficiales y demás hombres, ya fueran de la dotación o de transporte. Al comandante le correspondía el gobierno económico, marinero y militar del buque que mandaba y no se podía hacer nada sin su consentimiento o conocimiento. Así mismo el comandante de un buque podía examinar a la tripulación que le habían asignado y debía saber las habilidades de cada uno para tenerlo en cuenta para formarse una justa idea de la asignación de las plazas, y si estos eran de superior a su mérito, o al contrario, podía ascenderlos o degradarlos.” (todoababor.es)
En 1759, obtiene el mando del navío Fénix, buque insignia del Capitán General de la Armada don Juan José Navarro, Marques de la Victoria. Su suerte está echada y bien echada.
“El 29 de agosto de 1759 zarpa de Cádiz al mando del capitán de navío don Gutiérrez de Hevia y Valdés, siendo insignia del teniente general don Juan José Navarro Viana y Búfalo, marqués de la Victoria, con la escuadra de diez navíos, RealFénix, Triunfante, Princesa, Firme, Conquistador, Dichoso, Glorioso, Monarca, Vencedor y Guerrero, dos fragatas, Venus y Palas, y las tartanas SanctiEspíritu y SantaBárbara , rumbo a Nápoles para recoger al rey Carlos III, llegando el 28 de septiembre; el 7 de octubre embarca en Nápoles el rey de las Dos Sicilias a bordo del Real Fénix, llegando a Barcelona el 17 de octubre.
Para este traslado se habían reunido tres escuadras con 40 unidades. Otra escuadra de cuatro navíos, Galicia, Terrible, Atlante y Soberano, había salido de Cartagena el 19 de agosto, al mando del teniente general Pedro Stuart. Una tercera escuadra estaba en Nápoles con dos navíos, SanFelipe y SanCarlos, 2 fragatas SantaAmalia y Concepción, los jabeques SanGenaro, SanPascual, SanAntonio, SanFernando, SanGabriel y SanLuis y cuatro galeras de Malta, que regresaron después a puerto.
A su regreso, don Juan José Navarro es ascendido a Capitán General de la Armada el 13 de diciembre de 1759, mientras que el capitán Hevia es nombrado marqués del Real Transporte y vizconde del Buen Viaje ("Cuando los reyes llegan de Italia", Rafael González Echegaray, R. G. M., agosto 1980, páginas 15 a 26), ("La venida a España de Carlos III", José Fernández Gaytán, R. G. M., febrero 1988, páginas 203 a 209, ("El bastón del Marqués de la Victoria", Hugo O'Donnell y Duque de Estrada, R. H. N., nº 45, 1994, páginas 67 a 78), (ver relación del viaje y de los jefes y comandantes en la R. G. M., mayo 1964, páginas 698 a 711), (Miscelánea, R. G. M., febrero 1959, página 238), (Antonio Ferrer del Río, "Historia del reinado de Carlos III en España", Tomo I, página 238).” (fragmento del relato de Santiago Gómez en la página todoababor.es. Las imágenes son cuadros del pintor italiano Antonio Joli -1700-1777-, quien inmortalizó el momento de la salida de Nápoles de la escuadra española con Carlos III hacia España).
Estatua a Carlos III, Madrid.
También en ese mismo año es ascendido a jefe de escuadra y hasta se le concede en propiedad el de Comandante Principal de los Batallones de Infantería de marina que, como sabemos, hasta entonces había sido interino.
Estamos ya en 1760 y Gutierre recibe el mando de una división. Está navegando hacia Cartagena con los navíos Aquilón y Firme, para unirse con otros dos navíos y una fragata. Sus órdenes son cruzar el Mar de Alborán y librarlo de varios jabeques argelinos. Los ahuyenta aunque huyen tan rápido que no son capturados.
¡Cuánto nos podrían contar estas aguas! Son escenario perenne de Historia.
En 1761 debe salir con destino a La Habana para reforzar la escuadra en el Caribe por la guerra contra los británicos. Se encuentra en Cádiz con los navíos Tigre, su buque insignia entonces, Asía, Vencedor y Conquistador, a la que se unen los navíos llegados de Cartagena, Soberano y Aquilón.
Navío Asia, por Cortellini.
La escuadra con la que contó llegó a tener un total de doce navíos, cuatro fragatas, entre ellas la Venganza y algunos buques menores. (Según otras fuentes serían cinco navíos y una fragata). Zarpan el 14 de abril y llegan a La Habana el 27 de junio, después de una epidemia de vómito prieto (que causó 89 bajas primero y 1.800 más tarde, entre las tropas y dotación de los buques) y de dejar una parte de las tropas en Puerto Rico y en Santiago de Cuba. A su llegada a La Habana se incorpora a su escuadra que, como sabemos, en ese momento estaba al mando del Capitán de Navío don Juan Antonio de la Colina. El 6 de junio del año siguiente le sorprende el ataque al puerto de la ingente escuadra del almirante Pocock, y del general Albemarle. Un mal día para la historia naval española: es la batalla en la que los ingleses tomaron el fuerte del Morro de La Habana. Ya la hemos contado. La suerte del antiguo Capitán del navío Fénix había cambiado, pues en 1762 era Jefe de la escuadra de Cuba cuando la Habana fue tomada por los ingleses. Y no murió como Velasco y los otros 900 españoles (indígenas o no) o como los 1.790 ingleses; eso le costará caro.
Es hecho prisionero y luego trasladado a España con el resto de los soldados españoles. En el consejo de guerra consiguiente, presidido por el conde de Aranda, los oficiales supervivientes reciben distintos castigos. Gutierre y el gobernador Juan Pardo, son privados de empleo y sueldo de por vida y desterrados por diez años. Si antes se codeaba con la realeza, ahora es un proscrito. ¿No tiene su vida todos los incentivos necesarios para un guión de película? ¡Cuántos protagonistas quisieran!.
Pero… “quien tuvo, retuvo” y él tenía como suegro nada menos que a D. Juan José Navarro, el Marqués de la Victoria, viejo conocido nuestro que mandaba mucho en la Armada, y es indultado por el rey con motivo de la boda del príncipe de Asturias. Supongo que también influiría el reconocer que las fuerzas británicas habían sido muy superiores en barcos y en hombres, pero sobre todo influiría el artículo 19 del Tratado de Versalles de febrero de 1763, el cual especificaba que “El Rey de la Gran Bretaña restituirá á la España todo el territorio que ha conquistado en la Isla de Cuba…” ¿Todo el territorio? Hombre, todo, todo, siendo ingleses… se quedaron con La Florida a cambio (claro que, menos mal que ya hacía tiempo que había nacido Bernardo de Gálvez y Madrid; se iban a enterar). No lo puedo remediar, pero a pesar de la falta de honestidad histórica de este pueblo, el británico, no dejo de admirar su patriotismo y la defensa de sus intereses. ¡Ah, si nuestros apáticos y timoratos –por ser suave- dirigentes aprendieran!.
Así que en 1765 recupera su antiguo empleo. “Quien a buen árbol se arrima…” además consigue el mando de los batallones de infantería de marina como Comandante Principal. Aquí tenemos el final feliz de la película.
El personaje real sigue y recibirá, en 1772, el cargo interino de Director de la Armada y el mando del departamento de Cádiz. Morirá ese mismo año en la Isla de León.
D. Gutierre de Hevia (o Evia) y Valdés (1704-1772)
nació en Tortona, ciudad italiana del Piamonte, en plena Guerra de Sucesión española (en el año de la toma de Gibraltar por el Príncipe de Darmstadt es decir, por las tropas de un rey teóricamente español, Carlos III de Habsburgo, aunque los británicos aprovecharon la coyuntura para izar su pabellón y no arriarlo jamás) y, como desde muy joven le gustó aquello de mandar barcos, lo tenemos ya con plaza de Guardiamarina en julio de 1720 en el departamento del Cádiz.
Su primera misión en el mar, 1722, será a bordo del navío de 60 cañones, Catalán, concluida la cual vuelve a su compañía, suponemos que con mucha más experiencia aprendida de los artificieros y demás marinos del bello navío. Os recuerdo que el navío Catalán era aquel que en 1720, al llegar a La Habana gobernado por Rodrigo de Torres, había combatido y resistido durante cuatro horas contra dos navíos británicos que al final pusieron pies en polvorosa. Y tuvo muchas más aventuras victoriosas este aguerrido navío, pero su historia es para otro hilo.
Navío Catalán, detalle del cuadro de Rafael Monleón.
Caballero de la época, Gutierre tiene un duelo con otro guardiamarina y lo mata, pero, aunque ya sabemos que el duelo se toleraba socialmente, oficialmente estaba prohibido y tiene que refugiarse por un tiempo en sagrado (todavía se respetaba esta costumbre cristiano-medieval; los abusos y la democratización paulatina de la aplicación de las leyes, dejaría sin efecto este paliativo clemente al arbitrario y represivo sistema judicial antiguo) para no caer en manos de la justicia.
Pareja de pistolas españolas de duelos del siglo XVIII (copias)
En 1740 es ya Capitán de Fragata y es enviado a América con la escuadra de nuestro viejo conocido Rodrigo de Torres. Pero ya en Cartagena de Indias ocupa uno de los navíos que se pone al mando de Blas de Lezo. Buen maestro de héroes este Blás. Gutierre tendrá el honor de participar en la célebre batalla de Cartagena de Indias. No se salva de ser herido, como es natural, en tan desigual batalla.
Recibirá el mando del navío Nueva España en 1747 y entre 1751 y 1755 tendrá su base en el puerto de La Habana desde donde efectúa la labores de corso contra el comercio ilegal y la piratería. Para este cometido tendrá a sus órdenes una división: los navíos Castilla y Europa, las fragatas Aurora y Bizarra y el paquebote Diligente.
Un año después recibe el mando del navío Tigre y el nombramiento de Comandante Interino de los batallones de infantería de marina.
Así que ya tenemos a Gutierre al mando de un navío de su majestad, aunque sea de los que menos cañones portaban.
“Lo primero que debía hacer un oficial, al que se le había asignado el mando de un buque de Su Majestad, era presentarse inmediatamente a su Comandante general de mar o de tierra, según fuera el buque suelto o de escuadra, para recibir la orden e instrucciones con que debía proceder al armamento de su embarcación. Una vez recibidos estos mandatos pasaba al Arsenal de su departamento, acompañado de sus oficiales de guerra, mayores y de mar que le habían sido designados. Todos tenían que saber de primera mano el estado del buque, reconociendo el casco, arboladura, velamen y todo género de pertrechos marineros y militares, así como las municiones de guerra de su dotación. Dando cuenta a su Comandante en jefe del estado del bajel si hubiera disconformidad, o discordia, con los diferentes encargados de los distintos ramos del Arsenal, ya sea sobre la calidad y el estado del buque y sus efectos. Algo que debía estar a la orden del día, sobre todo en épocas de penurias económicas en las que era difícil dotar a un buque con lo establecido por reglamento…
…Desde el mismo momento en que se nombraba comandante de buque a un oficial este era absolutamente responsable del mismo. Y por lo tanto tenía que ser obedecido prontamente por todos los demás oficiales y demás hombres, ya fueran de la dotación o de transporte. Al comandante le correspondía el gobierno económico, marinero y militar del buque que mandaba y no se podía hacer nada sin su consentimiento o conocimiento. Así mismo el comandante de un buque podía examinar a la tripulación que le habían asignado y debía saber las habilidades de cada uno para tenerlo en cuenta para formarse una justa idea de la asignación de las plazas, y si estos eran de superior a su mérito, o al contrario, podía ascenderlos o degradarlos.” (todoababor.es)
En 1759, obtiene el mando del navío Fénix, buque insignia del Capitán General de la Armada don Juan José Navarro, Marques de la Victoria. Su suerte está echada y bien echada.
“El 29 de agosto de 1759 zarpa de Cádiz al mando del capitán de navío don Gutiérrez de Hevia y Valdés, siendo insignia del teniente general don Juan José Navarro Viana y Búfalo, marqués de la Victoria, con la escuadra de diez navíos, RealFénix, Triunfante, Princesa, Firme, Conquistador, Dichoso, Glorioso, Monarca, Vencedor y Guerrero, dos fragatas, Venus y Palas, y las tartanas SanctiEspíritu y SantaBárbara , rumbo a Nápoles para recoger al rey Carlos III, llegando el 28 de septiembre; el 7 de octubre embarca en Nápoles el rey de las Dos Sicilias a bordo del Real Fénix, llegando a Barcelona el 17 de octubre.
Para este traslado se habían reunido tres escuadras con 40 unidades. Otra escuadra de cuatro navíos, Galicia, Terrible, Atlante y Soberano, había salido de Cartagena el 19 de agosto, al mando del teniente general Pedro Stuart. Una tercera escuadra estaba en Nápoles con dos navíos, SanFelipe y SanCarlos, 2 fragatas SantaAmalia y Concepción, los jabeques SanGenaro, SanPascual, SanAntonio, SanFernando, SanGabriel y SanLuis y cuatro galeras de Malta, que regresaron después a puerto.
A su regreso, don Juan José Navarro es ascendido a Capitán General de la Armada el 13 de diciembre de 1759, mientras que el capitán Hevia es nombrado marqués del Real Transporte y vizconde del Buen Viaje ("Cuando los reyes llegan de Italia", Rafael González Echegaray, R. G. M., agosto 1980, páginas 15 a 26), ("La venida a España de Carlos III", José Fernández Gaytán, R. G. M., febrero 1988, páginas 203 a 209, ("El bastón del Marqués de la Victoria", Hugo O'Donnell y Duque de Estrada, R. H. N., nº 45, 1994, páginas 67 a 78), (ver relación del viaje y de los jefes y comandantes en la R. G. M., mayo 1964, páginas 698 a 711), (Miscelánea, R. G. M., febrero 1959, página 238), (Antonio Ferrer del Río, "Historia del reinado de Carlos III en España", Tomo I, página 238).” (fragmento del relato de Santiago Gómez en la página todoababor.es. Las imágenes son cuadros del pintor italiano Antonio Joli -1700-1777-, quien inmortalizó el momento de la salida de Nápoles de la escuadra española con Carlos III hacia España).
Estatua a Carlos III, Madrid.
También en ese mismo año es ascendido a jefe de escuadra y hasta se le concede en propiedad el de Comandante Principal de los Batallones de Infantería de marina que, como sabemos, hasta entonces había sido interino.
Estamos ya en 1760 y Gutierre recibe el mando de una división. Está navegando hacia Cartagena con los navíos Aquilón y Firme, para unirse con otros dos navíos y una fragata. Sus órdenes son cruzar el Mar de Alborán y librarlo de varios jabeques argelinos. Los ahuyenta aunque huyen tan rápido que no son capturados.
¡Cuánto nos podrían contar estas aguas! Son escenario perenne de Historia.
En 1761 debe salir con destino a La Habana para reforzar la escuadra en el Caribe por la guerra contra los británicos. Se encuentra en Cádiz con los navíos Tigre, su buque insignia entonces, Asía, Vencedor y Conquistador, a la que se unen los navíos llegados de Cartagena, Soberano y Aquilón.
Navío Asia, por Cortellini.
La escuadra con la que contó llegó a tener un total de doce navíos, cuatro fragatas, entre ellas la Venganza y algunos buques menores. (Según otras fuentes serían cinco navíos y una fragata). Zarpan el 14 de abril y llegan a La Habana el 27 de junio, después de una epidemia de vómito prieto (que causó 89 bajas primero y 1.800 más tarde, entre las tropas y dotación de los buques) y de dejar una parte de las tropas en Puerto Rico y en Santiago de Cuba. A su llegada a La Habana se incorpora a su escuadra que, como sabemos, en ese momento estaba al mando del Capitán de Navío don Juan Antonio de la Colina. El 6 de junio del año siguiente le sorprende el ataque al puerto de la ingente escuadra del almirante Pocock, y del general Albemarle. Un mal día para la historia naval española: es la batalla en la que los ingleses tomaron el fuerte del Morro de La Habana. Ya la hemos contado. La suerte del antiguo Capitán del navío Fénix había cambiado, pues en 1762 era Jefe de la escuadra de Cuba cuando la Habana fue tomada por los ingleses. Y no murió como Velasco y los otros 900 españoles (indígenas o no) o como los 1.790 ingleses; eso le costará caro.
Es hecho prisionero y luego trasladado a España con el resto de los soldados españoles. En el consejo de guerra consiguiente, presidido por el conde de Aranda, los oficiales supervivientes reciben distintos castigos. Gutierre y el gobernador Juan Pardo, son privados de empleo y sueldo de por vida y desterrados por diez años. Si antes se codeaba con la realeza, ahora es un proscrito. ¿No tiene su vida todos los incentivos necesarios para un guión de película? ¡Cuántos protagonistas quisieran!.
Pero… “quien tuvo, retuvo” y él tenía como suegro nada menos que a D. Juan José Navarro, el Marqués de la Victoria, viejo conocido nuestro que mandaba mucho en la Armada, y es indultado por el rey con motivo de la boda del príncipe de Asturias. Supongo que también influiría el reconocer que las fuerzas británicas habían sido muy superiores en barcos y en hombres, pero sobre todo influiría el artículo 19 del Tratado de Versalles de febrero de 1763, el cual especificaba que “El Rey de la Gran Bretaña restituirá á la España todo el territorio que ha conquistado en la Isla de Cuba…” ¿Todo el territorio? Hombre, todo, todo, siendo ingleses… se quedaron con La Florida a cambio (claro que, menos mal que ya hacía tiempo que había nacido Bernardo de Gálvez y Madrid; se iban a enterar). No lo puedo remediar, pero a pesar de la falta de honestidad histórica de este pueblo, el británico, no dejo de admirar su patriotismo y la defensa de sus intereses. ¡Ah, si nuestros apáticos y timoratos –por ser suave- dirigentes aprendieran!.
Así que en 1765 recupera su antiguo empleo. “Quien a buen árbol se arrima…” además consigue el mando de los batallones de infantería de marina como Comandante Principal. Aquí tenemos el final feliz de la película.
El personaje real sigue y recibirá, en 1772, el cargo interino de Director de la Armada y el mando del departamento de Cádiz. Morirá ese mismo año en la Isla de León.