Abulcasis considerado Padre de la Cirugía moderna, Abul Qasim Khalaf ibn al-Abbas al-Zahravi, tiene, al igual que la mayoría de los nombres de aquella época, una especie de nick, sencillo y occidentalizado, en esta caso Albucasís o Abulcasis, ya que de ambas formas aparece escrito.
Abulcasis nació en el año 936 en Zahara, el barrio real de Córdoba, capital del Imperio musulmán. Una Córdoba que rivalizaba en esplendor con las más importantes ciudades del mundo conocido, e incluso con la lejana Bagdad que sirvió de inspiración para las más bellas leyendas.
La fama le llegó a Abulcasis tras escribir una vasta enciclopedia médica, en treinta volúmenes o tratados, donde no sólo recopilaba todo el conocimiento médico, farmacéutico y de cirugía de la época, sino que, además, hacía importantes aportaciones creando instrumental y procedimientos quirúrgicos. Hoy resulta curioso, por no decir casi infantil, la aproximada traducción del título de su obra Al-Tasrif li man ajaz an-il-talif (o Kitâb al tasrîf liman ‘agiza ‘an al-ta ‘âlif) “Una ayuda a los que carecen de la capacidad de leer libros grandes”. Esta obra es conocida abreviadamente por “el Tesrif”. Tres de sus volúmenes están dedicados a la cirugía y, con diferencia, es la parte más importante de la obra, de ahí la adjudicación de la “paternidad” de la cirugía moderna. El último volumen ofrece gran número de esquemas de más de doscientos instrumentos quirúrgicos, muchos de ellos desarrollados por él mismo.
Da también una detallada descripción de sus intervenciones quirúrgicas y de sus tratamientos, incluida la cauterización, rotura de piedras de la vejiga (una anticipación de casi diez siglos a la reciente litotricia), cirugía del ojo, del oído y de la garganta, ginecología e intervenciones para la eliminación de fetos muertos, amputaciones, vivisecciones, etc. Fue el primero en emplear hilo de seda para la suturación de las heridas, así como el primer médico que ofreció una completa descripción de la sintomatología y características de la hemofilia. Como experto cirujano maxilar estudió la alineación de los dientes y la forma de corregir los defectos de estos, así como el implante de huesos de animales para restituir piezas perdidas.
Como médico prescribía el uso de diuréticos, purgantes, baños calientes, y empleaba habitualmente la fitoterapia, es decir, tratamientos basados en las plantas. Cita en sus recetas, entre otros, el hinojo, la ruda, el malvavisco, el azafrán, la cúrcuma, etc.
Sus dotes y conocimientos como dietista son destacados por los expertos. En el capítulo dedicado a la dietética medicinal, detalla la importancia de cada alimento en relación con su diferente naturaleza. No obstante, algunas de sus afirmaciones podrán provocar, hoy en día, más de una sonrisa: “Los huevos de avestruz son muy eficaces para las personas que han de hacer mucho ejercicio, pero producen cólico, flato y vértigos, por lo que su ingestión debe ir acompañada de orégano y sal”.
También, en contra de los preceptos de la religión musulmana, aconsejaba en algunos casos la alimentación con carne de cerdo por ser muy nutritiva, pero avisaba que ésta producía molestias digestivas si no se sazonaba con mostaza y se sometía a un buen asado.
La obra magna de Abulcasis, el Tesrif, compendio de los conocimientos médicos de una época, le sobrevivió durante siglos.
Fue traducida a casi todas las lenguas cultas, entre ellas el hebreo e incluso el provenzal.
Abulcasis, este casi desconocido andaluz, que atrajo alumnos y pacientes desde los más lejanos confines, falleció el año 1013 de la Era Cristiana.
También creó la Escuela de Traductores de Córdoba. El sucesor de Abderramán III fue al-Hakam II, rey erudito que creó una biblioteca de más de cuatrocientos mil volúmenes.
Abulcasis trabajaba en la Escuela de Traductores y también era profesor en las “madrazas” y trabajaba en los “maristanes” (hospitales). Su famosa enciclopedia “Altasrif” reúne el saber acumulado a lo largo de toda esta experiencia en tres volúmenes que tratan diferentes aspectos de la ciencia médica. El primero, con 55 capítulos, trata sobre el cauterio, el segundo sobre las fracturas y el tercero, con 99 capítulos, sobre operaciones de obstetricia. Además, existe un anexo, que se encuentra también en el “Cronicón” del Reino de Navarra, donde se explica el tratamiento de los enfermos con obesidad mórbida. Abulcasis utiliza el cauterio no sólo para tratar las heridas, como se venía haciendo y como se haría a lo largo de la Edad Media y del Renacimiento, sino también aplicándolo a puntos concretos de la superficie externa de la piel (moxibustión) para de esta manera tratar las enfermedades internas más diversas con éxito. La parte más importante de la obra de Abulcasis es la dedicada a la cirugía, y en ella se describen técnicas como la extracción de cálculos de la vejiga, disección de animales, partos, amputaciones, extracciones de fetos muertos y procedimientos de oftalmología y de otorrinolaringología.
“Altasrif” fue traducido por primera vez por Gerardo de Cremona al latín en la Edad Media. Esta traducción fue seguida por otras varias en Europa. El libro contiene numerosos diagramas e ilustraciones de instrumentos quirúrgicos utilizados o inventados por el autor y constituyó una parte importante del saber médico en los países europeos durante muchos siglos. Entre los instrumentos quirúrgicos inventados o desarrollados por Abulcasis se encuentran: la silla gestatoria, un instrumento para el examen interno del oído, un instrumento para la inspección interna de la uretra y un instrumento para retirar cuerpos extraños de la garganta. También se describe un instrumento que, introducido en la vagina y reflejando la luz del sol a través de un espejo o de una lámpara, permitía ver el hocico de Tenca. Abulcasis señala en sus escritos que las mujeres tenían, con mucha frecuencia, verrucosidades en el hocico de Tenca que se trataban con el cauterio (tratamiento endoscópico). También se describen diversos procedimientos dentales, así como el instrumental utilizado para realizarlos. Desde el punto de vista médico, a Abulcasis corresponde la primera descripción detallada de la hemofilia.
Merece atención especial el tratamiento descrito en el Anexo mencionado para la obesidad mórbida. La historia es curiosa: el rey Sancho, llamado “El Gordo” (era tan obeso que no podía montar a caballo y se le transportaba en un carro), tras la pérdida del reino de León, se refugió en el reino de Navarra, al amparo de su abuela, la reina Tota. Esta estaba emparentada con Abderramán III y le pidió ayuda para tratar la obesidad de su nieto. El califa envió en su ayuda a sus dos médicos, uno de ellos era Abulcasis.