MUJERES DE LEYENDA

Debate sobre todos los acontecimientos de la historia universal

Moderador: Blackneis

MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 20 Abr 2013, 19:15

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LA CORONACIÓN

El 20 de octubre de 1650, un soleado día de otoño, Cristina de Suecia fue coronada reina, con gran pompa y solemnidad, en la catedral de Estocolmo, y no en la de la ciudad de Upsala como era tradición. Se creía que el reinado de un soberano que fuese coronado en Estocolmo sería de corta duración. Esta arraigada superstición no impresionó a la soberana. Tras la ceremonia, la reina se trasladó al alcázar en una carroza tirada por cuatro caballos blancos que llevaban herraduras de plata. Allí se sirvió un espléndido banquete para invitados y autoridades, mientras, en la calle, el pueblo festejaba con bailes y asados un día tan señalado.

Ente los asistentes a la coronación se encontraba la reina madre María Leonor. Tras su llamativa fuga a Dinamarca, la viuda cambió en varias ocasiones de residencia, convirtiéndose allí donde iba en un invitado incómodo. Finalmente, su sobrino el príncipe Federico Guillermo acordó darle alojamiento en Prusia y Suecia le otorgó una pensión. En 1648 pudo regresar de nuevo a Estocolmo y ser testigo de la coronación de su hija. Se le asignó entonces, por órdenes de Cristina, el castillo de Nyköping como residencia.
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 20 Abr 2013, 19:17

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LA MINERVA DEL NORTE

Desde que accedió al trono, Cristina de Suecia deseaba desarrollar la vida cultural de su reino, que había quedado muy dañada tras años de luchas religiosas, incluyendo la destrucción de obras consideradas católicas. La reina sueca adoptó el lema “la sabiduría es el pilar del reino” y comenzó su particular cruzada cultural. En el palacio de las Tres Coronas se celebraban entretenimientos cortesanos de alto nivel cultural, veladas musicales y literarias donde se hablaba de música, literatura y ciencia. Pero lejos de la pacífica corte de Estocolmo, a casi mil kilómetros, en territorio alemán, protestantes y católicos seguían librando encarnizadas batallas.

La guerra de los Treinta Años parecía no tener fin y seguía cobrándose víctimas. Cristina, heredera del liderazgo del bando protestante, solo deseaba que la guerra no se prolongase, y su intervención fue decisiva para que se alcanzase un acuerdo de alto el fuego. Su mentalidad abierta y proclive al diálogo no entendía la lucha sangrienta entre dos religiones. La firma de la Paz de Westfalia marcaría el apogeo de su reinado y Suecia se convertiría en una gran potencia europea.
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 20 Abr 2013, 19:19

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El fabuloso botín procedente de la guerra marcaría el comienzo de la famosa colección de arte de la reina Cristina. Cuando las tropas suecas, comandadas por su primo Carlos Gustavo, entraron en el palacio real de Praga se apoderaron de todos sus tesoros artísticos, incluida la biblioteca imperial, que fueron trasladados a Estocolmo. Más de cuatrocientos valiosos cuadros, entre ellos, obras de los grandes artistas italianos de la escuela veneciana, pasaron a ser propiedad de la reina Cristina.

Si bien la situación del reino era precaria, debido principalmente a los gastos militares que implicaba ser una potencia, la reina no dudó en invertir grandes sumas en aumentar su colección de arte y su biblioteca, que pronto se convertiría en un punto de atracción para la mayoría de eruditos que visitaban el reino.

La fama de protectora de la cultura comenzó a expandirse y varios conocidos intelectuales europeos se interesaron en sus proyectos. Cristina vio la posibilidad de atraerlos a su corte mediante el mecenazgo. De esta manera, en 1649 había llegado a Estocolmo el intelectual francés René Descartes, con quien la reina mantenía correspondencia desde hacía cinco años. El frío de Estocolmo no le sentó muy bien al filósofo y matemático, que falleció allí, unos meses más tarde, víctima de una neumonía.
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 20 Abr 2013, 19:21

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En los siguientes años, Estocolmo y Upsala fueron recibiendo a filólogos, anticuarios, bibliotecarios, poetas, orientalistas, latinistas e historiadores. Suecia se había convertido, gracias a ella, en el centro del humanismo en Europa. La reina Cristina recibió el apodo de Minerva del Norte por su erudición e interés por las bellas artes. La soberana también apoyó el desarrollo del ballet y del teatro. Trajo a Estocolmo a compañías francesas, holandesas, alemanas e italianas, que presentaban sus ballets y pantomimas, además de óperas y piezas en sus propios idiomas. Su entusiasmo por el teatro lo manifestó la reina participando en una obra, en 1651, haciendo el papel de una camarera.

En 1652 la salud de Cristina se resintió y un médico francés, Pierre Bourdelot, fue llamado a Estocolmo para su curación. Bourdelot consiguió la recuperación de la reina y se transformó en uno de sus favoritos, lo que provocó recelos entre otros miembros de la corte. Finalmente, el médico abandonó la corte sueca y algunos favoritos reales dejaron de serlo.
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 20 Abr 2013, 19:23

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IMPORTANTES DECISIONES


Además de su empeño en convertir Estocolmo en una nueva Atenas, la reina tenía inquietudes más profundas en el plano religioso. Se sentía católica de corazón pero luterana en su conducta. Sus desavenencias con las creencias protestantes, que cuestionaba sin límites, llegaron a oídos del bando católico. En 1650, Cristina, curiosa por naturaleza, departió ampliamente sobre teología con el jesuita Antonio Macedo, intérprete y director espiritual del embajador portugués en la corte sueca. En poco tiempo, este hombre se convirtió en su favorito y confidente. Macedo detectó enseguida la simpatía que la doctrina católica suscitaba en la reina de Suecia. Fue entonces cuando ella le pidió que deseaba tener en la corte a dos jesuitas que la instruyesen y le demostrasen la verdad de la fe católica.

El 7 de agosto de 1651, a los pocos días de su última entrevista con Macedo, la reina Cristina informó al Senado de su intención de abdicar. Afirmó que la decisión adoptada era la que mejor servía a los intereses del país y a los de Carlos Gustavo, y que ella estaba deseando dedicarse a la vida contemplativa. “Lo que vosotros necesitáis es un hombre, un capitán que en tiempos de guerra pueda cabalgar y luchar a vuestro lado en defensa del reino, algo que una mujer es incapaz de hacer”. La decisión de la reina de abandonar el trono no fue un acto precipitado, llevaba mucho tiempo madurando esta idea. Además de su admiración por el catolicismo, deseaba librarse de las obligaciones de la monarquía. Mientras ese día llegaba, Cristina mantuvo en su palacio largas conversaciones con los dos jesuitas enviados por Roma.
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 20 Abr 2013, 19:26

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ANTONIO PIMENTEL

Por su parte, Felipe IV de España mandó a don Antonio Pimentel de Prado en calidad de embajador con la misión de conseguir que la reina se mantuviera firme en su decisión de abrazar la fe católica. Pimentel, hombre atractivo, seductor y dado a la galantería, pertenecía a una de las más ilustres familias del antiguo reino de León y era un militar de alto rango. Cuando el embajador español llegó a Estocolmo, a mediados de agosto de 1652, y presentó sus cartas credenciales a la reina de Suecia, se quedó gratamente impresionado por su arrebatadora personalidad. Al parecer, la atracción fue mutua, pues Cristina escribiría sobre Pimentel: “Traía la pasión meridional; tenía tal ardor que no me disgustaba; así se adueñó de mi corazón y me condujo a mi derrota”.

Antonio Pimentel, durante su larga estancia en la corte sueca, alcanzó los más altos favores de la reina, que le colmó de regalos; entre ellos, un carruaje magnífico y seis de los mejores caballos de las cuadras reales. Los rumores sobre una posible relación sentimental entre ambos no se hicieron esperar.

En 1653, Cristina informó oficialmente a Felipe IV de su intención de convertirse al catolicismo y le manifestó su interés en fijar su residencia en Roma. En señal de agradecimiento por todo el apoyo que recibió del monarca español – a quien también pidió que intercediera por ella ante el Vaticano-, la reina le regaló un espléndido retrato ecuestre suyo de grandes
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 21 Abr 2013, 14:21

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La primera escritora, Christine de Pizan (1364-1430)

Fue en el siglo XIV cuando por primera vez una mujer pudo ganarse la vida escribiendo. Esa mujer, Christine de Pizan, se convirtió en la primera escritora profesional de la historia gracias a su tenacidad y fuerza de voluntad. No sólo eso, Christine pasó a la historia como una gran defensora de los derechos de las mujeres en la sociedad.

Los hombres que la apoyaron
Fueron curiosamente dos hombres quienes alentaron a esta joven italiana a desarrollar y potenciar sus precoces dotes intelectuales. Su padre, Tomasso da Pizano, era un médico y astrólogo italiano que había llegado a la corte de Carlos V como asesor del monarca francés acompañado de su mujer y su hija de cuatro años. Pronto se dio cuenta de la inteligencia de la niña, foco de conflicto con su esposa, quien preparaba para Christine un futuro acorde a una dama de la corte, bien casada y con muchos hijos. La insistencia de Tomasso hizo que la madre de Christine aceptara a regañadientes una educación especial para su hija.

Cuando Christine tenía quince años se casó con un notario y secretario del rey francés. Etienne de Castel siguió la misma pauta que Tomasso y no sólo permitió sino que también alentó a su joven esposa a continuar escribiendo e investigando rodeada de libros y eruditos de la corte.

Las desgracias que la convirtieron en profesional
Christine había conseguido un excepcional equilibrio en su mundo femenino. Estaba casada y tenía tres hijos, papel que convinaba a la perfección con sus estudios y sus escritos. Pero esta vida idílica se truncó con la muerte de uno de sus hijos y la prematura desaparición de su padre y su marido. Con veinticinco años se convertía en una joven viuda con dos hijos y una madre a su cargo y con graves problemas económicos. La primera respuesta a aquella triste situación era un nuevo matrimonio; la segunda, el claustro.

Sorprendentemente, Christine no aceptó ni una ni otra sino que tomó una tercera y valiente alternativa: seguir escribiendo. Su perseverancia dio pronto sus frutos. Miembros de la corte solicitaron de Christine una elegía de Carlos V. Nacía así Le livre des faits et bons moeurs du sage roi Charles V, la primera obra escrita por encargo y que dió a Christine una importante recompensa económica.

Sobre las mujeres y contra la misoginia
Convertida en una escritora en mayúsculas, Christine de Pizan mantuvo a la familia que le quedaba con su obra. Una obra que pasó de la temática amorosa a temas más comprometidos como la filosofía, la política, la historia, la moral o el derecho de la mujer en la sociedad.

La Ciudad de la damas, su obra más representativa, es un alegato a favor de la mujer para la que reclama un lugar en el mundo, así como una clara crítica a la misoginia imperante en aquel mundo medieval.

Precursora de la mujer actual
Más de cinco siglos han pasado desde que Christine de Pizan reclamara para su género respeto y dignidad. Despúes de todo este tiempo, sigue sorprendiendo cómo en plena Edad Media una mujer no sólo vivió de sus ideas sino que las perpetuó a lo largo de los siglos.


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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 21 Abr 2013, 14:27

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La reina del Prado, María Isabel de Braganza (1797-1818)

La reina del Prado, María Isabel de Braganza (1797-1818)
La reina María Isabel de Braganza tuvo una vida muy corta pero su papel en el mundo del arte y la cultura fue determinante en la historia de nuestro país. No en vano, fue ella quien motivó la creación del Museo Nacional del Prado, una de las pinacotecas más importantes del mundo. Pero en lo personal, María Isabel tuvo una existencia desdichada. De Portugal al exilio brasileño con una familia en la que había poco amor, para volver a Europa a casarse con su tío, el monarca español Fernando VII, María Isabel de Braganza falleció con poco más de veinte años a causa de una terrible equivocación médica.


La infanta portuguesa
María Isabel de Braganza y Borbón nació el 19 de mayo de 1797 en el Palacio Real de Queluz, en Portugal. Era la primogénita de los futuros reyes Juan VI y Carlota Joaquina. Detrás de ella nacieron ocho hijos más, a pesar de que el matrimonio real no fue una relación en la que reinara el amor. De hecho, en 1806, cuando María Isabel aún no había cumplido los diez años, sufrió la separación de sus padres.


La pequeña infanta fue educada con esmero por profesores afines a la Compañía de Jesús y recibió una exquisita formación artística.


Pero su vida en Portugal terminó el 27 de noviembre de 1807 cuando la familia real tuvo que marchar al exilio tras las invasiones napoleónicas de la península. En Brasil, María Isabel permaneció junto a su madre, pues sus progenitores continuaron manteniendo vidas separadas.


Reina de España
En 1814, el rey español Fernando VII, quien también había sufrido su propio exilio, volvía victorioso. Restaurados los Borbones en el trono de España, Fernando VII decidió volver a casarse y la elegida fue su sobrina, María Isabel de Braganza (su madre era hermana de Fernando).


El 22 de febrero de 1816 se firmaban las capitulaciones matrimoniales de un doble enlace. María Isabel se casaría con su tío Fernando mientras que su hermana María Francisca se casaría con el hermano de este, Carlos María Isidro.


Un mes después, las dos infantas iniciaban un largo viaje hacia tierras españolas. El 28 de septiembre de 1816 se encontraban las dos hermanas cerca de Madrid con sus ya entonces esposos con los que se habían casado por poderes en Cádiz. Fernando tenía entonces treinta y dos años y ella diecinueve. La ceremonia de ratificación de los dos enlaces se celebró en la iglesia madrileña de San Francisco el Grande.

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Dos meses después, María Isabel empezó a notar los síntomas de un primer embarazo. Pero la alegría inicial duraría muy poco tiempo. La infanta María Isabel Luisa, nacida el 21 de agosto de 1817, no superó los cinco meses de vida.
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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 21 Abr 2013, 14:33

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María Isabel de Braganza la impulsora de las artes

María Isabel de Braganza era una gran aficionada al arte. En una estancia en El Escorial visitó las obras de restauración del monasterio que había quedado dañado después de la guerra de la Independencia. En sus sótanos descubrió un gran número de obras de arte mal apiladas y pensó en exponerlas en el palacio de Riofrio. Los lienzos eran obras de grandes maestros italianos y españoles y que se habían trasladado allí desdel desaparecido Alcázar de Madrid. Otras eran pinturas expropiadas por los franceses que se habían almacenado en aquellos sótanos para ser trasladadas con posterioridad a París.
El pintor Francisco de Goya propuso entonces a María Isabel que las trasladara de nuevo a Madrid donde se podrían mantener mejor y podrían ser admiradas por un mayor número de personas
El lugar para albergar aquella incipiente pinacoteca fue el Gabinete de Historia Natural, un edificio aún por terminar que había mandado construir Carlos III, abuelo de su esposo. Nacía así el Museo del Prado, gracias a la inquietud artística de la reina María Isabel de Braganza.
Una cesárea mortal
María Isabel se volvió a quedar de nuevo embarazada, un embarazo que se vivió con cierta preocupación por parte de los médicos. El 26 de diciembre de 1818 empezaron las primeras contracciones. El parto se alargó hasta que la reina sufrió una preeclampsia que las crónicas del momento denominaron una alferesía. Lo cierto es que horas antes de iniciarse el parto, la reina se había visto aquejada de unos fuertes dolores de cabeza, preludio del terrible desenlace. Los médicos, ante el cuerpo inconsciente de María Isabel, la creyeron muerta. El rey dio autorización para practicar a su esposa una cesárea de urgencia e intentar salvar a un posible heredero al trono. Mientras, su hermana María Francisca insistía en esperar creyendo que María Isabel no había muerto. No se equivocaba. Cuando el médico empezó a cortar el vientre de la reina ésta dio un grito desgarrador. Sin ninguna compasión para la parturienta, la cesárea no se detuvo. María Isabel murió desangrada. Tenía solamente veintiún años. La niña que extrajeron de su vientre moría a los pocos minutos.
María Isabel no dio a la corona el ansiado heredero, por eso fue enterrada en el Panteón de Infantes de El Escorial. Fue sin embargo gracias a ella que hoy podemos disfrutar de una de las pinacotecas más importantes del mundo.
El Real Museo de Pintura se inauguraba el 19 de noviembre de 1819, un año después de su muerte. El pintor Bernardo López Piquer inmortalizó a María Isabel en un bello cuadro en el que aparece señalando con una mano el edificio del que sería el Museo del Prado y con la otra se apoya sobre los planos del mismo.

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Re: MUJERES DE LEYENDA

Notapor Simone » 21 Abr 2013, 14:41

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Jane Austen (1775-1817)
Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa. Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de tales condiciones cuando entra a formar parte de una vencindario. Esta verdad está tan arrigada en las mentes de algunas de las familias que lo rodean, que algunas le consideran de su legítima propiedad y otras de la de sus hijas. Así empieza Orgullo y Prejuicio, una de las exitosas novelas que escribió Jane Austen.

Una infancia rodeada de libros
Jane Austen nació el 16 de diciembre de 1775. Ella y sus siete hermanos fueron educados por su propio padre, George Austen, en la Rectoría de Steventon, en Hampshire. Durante los veinticinco años que pasó en aquel tranquilo ambiente rural, Jane estuvo rodeada de libros de grandes autores como Shakespeare, Fielding o Hume. Su pasión por escribir llegó muy pronto, de modo que antes de cumplir los veintidós, además de cartas e historias breves más o menos fantásticas, ya empezaba a esbozar tres de las que serían sus grandes novelas: Orgullo y Prejuicio, Sentido y Sentibilidad y La Abadía de Northanger.

Viajando por Inglaterra, los paisajes de su obra
Tras su larga estancia en Steventon, Jane marchó de su idílico refugio infantil y empezó a pasar estancias prolongadas en otros lugares como Bath, Southampton o Londres. La mayor parte de ellas serán escenario de sus novelas.

Reflejo de una sociedad con un toque de ironía y cinismo
Además de pintar con fidelidad las estampas más bonitas de la Inglaterra del siglo XIX, sus novelas son una ventana abierta a la sociedad inglesa de su época. Lo que destaca de la obra de Jane es que esta sociedad nos la muestra con un filtro de crítica burlesca, ironía e incluso un punto de parodia y cinismo.

Reflejo de su vida, menos del amor
Prácticamente todas las novelas de Jane terminan con final feliz. Tras largas vicisitudes, sus heroinas terminan consiguiendo el amor anhelado por todas las páginas de sus libros. Al llegar al final, casi siempre consiguen su objetivo. Sin embargo, parece que Jane no consiguió para ella misma uno de aquellos alegres finales. Con un amor huido a Irlanda y una propuesta de matrimonio rota por ella misma, Jane terminó sus días soltera.
Pero hay muchos elementos de su vida privada que sí que aparecen en su obra. A modo de ejemplo, en el inicio de Sentido y Sensibilidad, la muerte del señor Dashwood que deja a su mujer y sus tres hijas en una situación económica complicada, fue también el difícil destino de su madre. El fuerte lazo fraternal entre Marianne y Eleanor en la misma novela o entre Elisabeth y Jane en Orgullo y Prejuicio son reflejo de la inquebrantable unión de Jane con su única hermana Cassandra. También las familias numerosas, tenía seis hermanos varones además de Cassandra, aparecen en muchas de sus grandes historias. Y así podríamos continuar hasta encontrar en Emma trazos muy similares al propio carácter de Jane.

Escritora hasta el final
El 18 de julio de 1817, Jane Austen moría en brazos de su amada hermana Cassandra. Había terminado de escribir Persuasión y empezaba Sanditon, una última obra que nunca pudo terminar. Una extraña y dolorosa enfermedad se llevó con tan sólo cuarenta y un años a una de las mejores novelistas de todos los tiempos. Porque leer cualquiera de sus grandes títulos es adentrarse en un exquisito mundo de sutilezas, perfectas ironías, en definitiva, en unos escenarios que sólo Jane pudo recrear y de los que, cuando te adentras en ellos, ya no quieres salir.


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