Con la mayor objetividad de que soy capaz, no he hallado nada que me permita verificar la tesis de que los catalanes , en ningún aspecto, somos diferentes del resto de los españoles. Así, he constatado que:
Los catalanes, como el resto de los españoles, ignoramos el concepto de democracia. Por eso, prefierimos que sea el Parlament el que elija al President de la Generalitat, en vez de ser nosotros mismos quienes lo hagamos, y toleramos que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sea copado por jueces con dependencia orgánica de los políticos. Los catalanes, como el resto de los españoles, deben creer que tolerancia y consenso son valores democráticos, y no valores oligárquicos, que es lo que son de verdad.
Los catalanes, como el resto de los españoles, mantenemos con nuestros impuestos a políticos descerebrados que nos presentan ante el resto del mundo como auténticos imbéciles conformistas y cornudos políticos. Y es que los catalanes, como el resto de los españoles, no se miran en el espejo de los países democráticamente desarrollados......
Los catalanes de clase pudiente,YO NO, (de apellidos catalanes, por supuesto) tratan de distinguirse de la plebe por todos los medios a su alcance, lo mismo que las clases pudientes del resto de España. Los catalanes de pura cepa suelenn distinguirse de la chusma por la lengua que hablaban, pero los planes de inmersión lingüística pancatalanista han conseguido que los hijos de los inmigrantes hablen y escriban mejor catalán que ellos mismos (cosa nada difícil), y los están dejando sin diferencia ostentable. Así que tienen que recurrir, como el resto de los españoles, al alarde de su riqueza. Los catalanes de todas las clases sociales son engañados exactamente lo mismo que el resto de los españoles por los políticos, por el clero, por la Banca y por lo medios de comunicación.
Los catalanes, como el resto de los españoles, vivimos endeudados por encima de nuestras posibilidades, porque el pavoneo ha suplantado a la cultura en la escala de valores sociales. Los catalanes, como el resto de los españoles, creemos que el conocimiento puede comprarse en una enciclopedia; que Literatura es el montón de bazofias que las editoriales le fabrican para decorar sus estanterías, preñadas de tópicos y transmisoras de lamentables escalas de valores que corrompen sus conciencias. En efecto, los catalanes, como el resto de los españoles, creemos a pies juntillas lo que le dice El País o la Vanguardia respecto a la cultura; y abominan de la lectura de los clásicos, no vayan a encontrar en ellos verdades que les muestren que viven en el engaño. Así, los catalanes, como el resto de los españoles, consiguimos no escuchar ni una verdad respecto de sí mismos jamás, viven en la autocomplacencia y se consideran diferentes (pero no para peor, claro).
Los catalanes, como el resto de los españoles, YO NO,viven asustados ante cualquier cosa que no comprenden. Por eso son xenófobos, inmovilistas y casposamente inhospitalarios. Se mofan de todos los que consideran diferentes a ellos. Viven de espaldas a la realidad, y se estremecen nada más pensar en que la autoridad pueda desaparecer y dejar de protegerlos. Por eso, los catalanes, como el resto de los españoles,YO NO, asumen sin rechistar leyes cada vez más coactivas de sus libertades, y hasta aplauden su puesta en vigor con alborozo. Asumen que la libertad de expresión no tiene límites en cuanto a lo banal, pero sí en lo importante o en aquello que moleste al poder establecido.
Los catalanes, como el resto de los españoles, YO NO,ignoran que la Transición fue un chalaneo entre traidores, pícaros y ladrones; son monárquicos juancarlistas y disfrutan leyendo las nimiedades que la Casa Real protagoniza; babean ante las imágenes de las infantitas y piensan que Felipe VI será un rey democrático (?) porque se ha casado con la ex-juntaletras Letizia O. (¡La zeta hortera, cómo anticipaba su reciente nariz, cortada a escoplo!)
Los catalanes, como el resto de los españoles, somos indiscretos y fisgones. Y por eso formamos largas colas de vehículos para poder desfilar lentamente ante un accidente, pues nos empeñamos en mirar al paso si hay algún muerto o herido que nos haga sentirnos afortunados. Porque los catalanes, como el resto de los españoles, se lisian o mueren en carreteras secundarias alternativas porque no pueden pagar los peajes abusivos que les impone el poder oligárquico capitalista.
Los catalanes, como el resto de los españoles, somos de raza común, producto de decenas de invasiones y ardorosos tránsitos, como se evidencia en su carencia de belleza, salvo honrosas y escasas excepciones. Los catalanes, como el resto de los españoles, lo que quisieramos es ser vascos, pero eso está fuera de su alcance, por mor de la genética y de la calidad de sus criadillas. Pero, justamente por eso, los vascos, que a lo mejor va y resulta que son los únicos españoles de verdad, los desprecian muy merecidamente junto al resto de sus compatriotas, sean andaluces, aragoneses, castellanos o murcianos o lo que sea.
En resumen, los catalanes, como el resto de los españoles, somos una caterva de lloricas y de marietas irresponsables. Y, para su desgracia "LOS NAZIONALISTAS CATALANES por reiterado merecimiento, son putos y simples españoles. Y siempre, no nos quepa ninguna duda, lo serán.