Donde mandan 118 alcaldes y mil cien concejales, manejando un presupuesto global de 20.000 millones de euros, ésta gente de Bildu, brazo político de los etarras y sus sucursales del poder municipal, junto a una plantilla de dos mil cien policías municipales y los impuestos de cerca de cuatro millones de vascos. Ciento dieciocho ayuntamientos, empezando por el de San Sebastián, en donde no ondea la bandera española como obliga la Constitución. Solo la ikurriña del separatismo. Solo la bandera de una democracia secuestrada y violada, sin que la Ley, los tribunales de Justicia y las fuerzas del orden muevan un dedo.
Rige, también, el silencio o el gemido de un gobierno del Estado que se oculta como un manso, bañado en la sangre, el sudor y las lágrimas de las víctimas de las pistolas humeantes de los terroristas, entre un mar de coronas y flores que huele a pólvora. Un espectáculo que en Europa tiene un solitario y excepcional escenario macabro, una Europa que nos observa con desdén, y perpleja, como un país arabe en ruinas. La historia democrática de un rosario de despropósitos que legará a la Cúspide del Gólgota. Pero AQUÍ, en la Cataluña de todos ,sus NAZIonalistas fariseos y fenicios, queman todo lo que tenga sabor a español, en un auto de fe decimonónico, calada la anacrónica barretina, al margen de Europa, con un saldo política de treinta monedas escasamente evangélicas.
Y una crisis multimillonaria que ronda el billón de euros, con sus números rojos oficiales y privados. En España.
Cuando ahora mismo hago memoria, recuerdo las escenas del enorme Titanic, que era insumergible, y de los miles de crédulos que se ahogaron con cara de asombro y horror, siento la tentación, yo, la tentación de chutarme un canuto de resignación cristiana, una resignación que me plantea la siguiente pregunta, casi a viva voz: ¿Cómo es posible esta pesadilla, cómo es posible que nos gobiernen estos GILIPOLLAS?.
Opto por la reflexión del indignad.......... Una calamidad suprema, que ahora me recuerda mi amigo Kemal, un tío que habla español, sí, español, puñetas, con acento entre árabe y acento catalán, que vino huyendo de Marruecos en una patera, buscando libertad , pan y Justicia, y se ha encontrado, aquí en Barcelona, con apenas nada, cumplidos sus raquíticos 30 años. Y además, quitando de su bolsillo pobre, unos euros, para enviarlos a su madre. Pero este joven no está indignado, pero lo estará, porque Europa lo que necesita son esclavos. Y los mercados de un capitalismo gobernado por salvajes. No llores por mí Argentina. O España.
