por antara » 21 Jul 2011, 20:26
Si desde un principio Camps hubiera evitado los malos consejos de Juan Cotino, de Nuria Romeral, y de otros muchos cuyas vidas y las de sus familias dependían de que Camps siguiera en el poder y actuaban más por egoísmo que por lealtad, otro gallo hubiera cantado. Pero eso ya no es reconducible. Ahora lo que cuenta es admitir que, tarde y mal, Camps ha dimitido y le ha dejado a Mariano Rajoy el camino limpio como una patena para sacar una mayoría absoluta consistente en las próximas elecciones generales. Y eso hay que reconocérselo al ex presidente valenciano. Eso, y que en todo este tiempo en el que ha gobernado la Generalitat lo ha hecho desde la honradez. Camps no le ha dado subvenciones a su hija, ni ha falseado EREs para ayudar a sus amigos y correligionarios, ni ha recibido caballos ni ha acumulado un patrimonio imposible con el sueldo de presidente autonómico… No tiene negocios en Marruecos, ni hípicas en Toledo, ni casoplones en Madrid y en la costa. No se va de putas ni lleva a sus hijos… Y no da chivatazos a ETA.
¿Tenía que dimitir? Si, por una cuestión de ética, insisto, y por haber mentido, y por lo que eso supone de ‘traición’ a la confianza que en él han depositado los ciudadanos, pero la exigencia de dimisión se antoja excesiva cuando en la otra orilla, como vengo denunciando desde su anuncio en mi twitter, no se aplica el mismo rasero. La exigencia de ética, de honestidad, de honradez, de transparencia en la vida pública debe ser igual para todos y no puede haber distinto rasero bajo ninguna circunstancia, y admitir lo contrario es pecar de sectarismo.
¿Y ahora, qué? Camps es un político moralmente hundido, anímicamente machacado, al que sin embargo esta salida le va a dar oxígeno suficiente para preparar su defensa… Se va a sentar en el banquillo, pero lo hará como un ciudadano normal y corriente, y si la Justicia le devuelve la dignidad perdida -y que con su dimisión ha recuperado en parte-, podrá dedicarse a rehacer su imagen, aunque es difícil que pueda volver a la primera línea política.
Rajoy, por su parte, aunque seguramente la dimisión de Camps le provocara un gesto compungido, en su fuero interno habrá sentido alivio, porque este asunto limpia por completo su camino hacia La Moncloa. Él mismo me reconocía hace unas semanas que lo de Valencia era “un problema”… Ya no lo es. Ha dejado de serlo. El PSOE y los medios que le apoyan no podrán seguir utilizando a Camps contra Rajoy, ni el ‘caso Gürtel’ contra el PP, y sin embargo el PP tiene todavía en su cartera de reclamos contra los socialistas unas cuantas admoniciones que empiezan por el ‘Faisán’, pasando por los EREs, el ‘caso Bono’, el ‘caso Chaves’, el ‘caso Curbelo’, etcétera, etcétera… Y sin que, en efecto, el PSOE asuma nunca responsabilidades por ninguno de los asuntos que le afectan. Pero todo eso le pasará factura a Rubalcaba en las próximas elecciones generales.
Rajoy puede ahora, además, ser mucho más firme en su denuncia de los comportamientos antiéticos, incluso hacer propuestas de calado como la de prohibir por ley que los cargos públicos puedan recibir regalos, por pequeños e insignificantes que estos sean, como consecuencia del puesto que ostentan. Algo así, le haría ganar en credibilidad y en sensatez ante la opinión pública. Para el PP se abre una ventana de oportunidades, y para el PSOE se cierra la puerta de las acusaciones. Si Rajoy sabe aprovechar la circunstancia, tiene al alcance de su mano el respaldo sin precedentes de una mayoría social como pocas veces se haya podido dar en la historia de España. Y si no la defrauda, gobernará muchos años, Camps mediante.