Zululu escribió:Stalin no traicionó su ideología por el Pacto con Hitler, porque fue un pacto entre socialistas. Te cuesta admitirlo, pero es la realidad. Incluso la Pasionaria defendió ese pacto.
Y sobre la Gran Purga, donde Stalin eliminó todo tipo de oponentes, es una practica habitual entre los comunistas cuando alcanzan el Poder. Lo primero es eliminar oponentes, que puedan discutir su liderazgo. Además, desde que Stalin llegó al Poder en 1925, su principal deseo fue extender por Europa su visión del Comunismo, una vez que URSS fuera una potencia mundial. Una visión algo nacionalista del marxismo, sí, que chocaba frontalmente con la visión más internacionalista de Leo Trotsky (Leiba Bostein, judío). Es curioso como la mayoría de bolcheviques (84%) camuflaron sus nombres judíos, por otros más rusos. Stalin (georgiano) fue realmente lo que purgó, a todos esos judíos bolcheviques que debían obediencia a la banca judía internacional, fundamentalmente al banquero judío Jacob Schiff, familiar de Leiba Brostein (Trosky) financiador de la vuelta de éste a Rusia, en Abril de 1917.
La visión más nacional del Comunismo de Stalin, derrotó políticamente a la visión más Internacional de Trotky, por lo que Stalin forzó al exilio a Trotky. Ante tales precedentes, la URSS quedó dividida entre estalinistas y trotskystas que obligó a los primeros a realizar una limpieza de los segundos. Desde entonces, la URSS se convirtió en un enemigo de los EEUU, es decir, de la banca judía internacional (Sionismo).
Después, durante varias décadas, los Comunistas de Europa, fueron defensores de la URSS de Stalin. En todos los actos públicos y privados de estos partidarios de la URSS, no faltaba nunca el cartel con la cara de Stalin. Renegar a estas alturas de todo eso, es hacer un acto de contrición. Es como decir, "que equivocada estaba".
No sé como lo ves, pero creo que estás diciendo que la mayoría de comunistas, estaban equivocados al defender al "Hombre de Acero"
Ufffff, ya estamos otra vez con vuestra paranoia del supuesto 'socialismo' de Hitler. Paso, paso del tema, con vosotros no tiene sentido machacarlo una vez más.
El paco Molotov-Ribbentrop llevó a incontables miembros del Partido Comunista de la época a romper su carnet y alejarse de Stalin, al que habían venerado hasta la fecha, ya que lo consideraron una traición al partido, y con razón. Que otros partidarios de Stalin no se dieran por enterados y se encogieran de hombros, no cambia para nada esa realidad.
Stalin no buscó extender el comunismo por Europa, antes al contrario, fue un defensor a ultranza del principio de 'Socialismo en un solo país', ya que la tarea que quería llevar a cabo en la URSS era tan inmensa, nada menos que metamorfosearla en pocos años de gigante atrasado y anquilosado en el tiempo a superpotencia mundial, que absorbía todas sus energías. Otra cosa es que tras la victoria en la II Guerra Mundial se procurara un colchón de seguridad en la Europa del Este estableciendo en esos países gobiernos afines. Pero eso ya es otra historia.
Muchos comunistas creyeron sinceramente en la bondad de Stalin, al que no pocos llamaban 'padrecito', pero eso sucedió simplemente porque no tenían información clara de las brutales represiones llevadas a cabo por 'Koba'. Había rumores, claro, pero los comunistas en Occidente no tenían ninguna prueba fehaciente sobre esos crímenes. No pocos de los que sí estaban informados sobre la represión y los procesos de Moscú, creyeron de buena fe que Stalin estaba depurando el partido y, por extensión, al país entero, de traidores, elementos degenerados y disgregadores, espías y otros indeseables.
Incluso muchos intelectuales en Occidente, como Jean-Paul Sartre, André Malraux o Pablo Neruda, defendieron a capa y espada al régimen de Stalin, sinceramente convencidos de que el líder soviético buscaba lo mejor para la clase trabajadora mundial y estaba siendo víctima de campañas de descrédito en Occidente. Algunos de sus defensores abrieron sus ojos después de la muerte del líder, otros se negaron a hacerlo porque les resultaba muy doloroso reconocer que habían creído firmemente, luchado y padecido durante décadas en nombre de un dictador sin escrúpulos que había eliminado a un número incalculable de luchadores comunistas que literalmente se habían dejado la piel por la causa.
En el XX Congreso de 1956 del Partido Comunista de la URSS, el nuevo dirigente Nikita Kruschev se atrevió a condenar las represiones stalinianas, alejándose de su régimen, lo que causó estupor entre millones de comunistas, obligándoles a reconsiderar su pasado y todo en lo que hasta la fecha habían creído. A pesar de las dificultades, la desestalinización de Kruschef tuvo éxito en líneas generales, aunque quedaron núcleos irreductibles de comunistas duros hasta el día de hoy.
Los casi 30 años del régimen de Stalin dieron para mucho, así que lógicamente hay visiones de todo tipo. Por supuesto que los que defendieron a capa y espada al dictador estuvieron equivocados, ya que se negaron a ver la cara oscura de su amado líder, y eso es engañarse a sí mismos. Los que le consideraron el salvador del país al derrotar a la Alemania nazi, olvidaron, quizá de forma inconsciente, que fue el mismo Stalin el que propició aquella invasión al repartirse Polonia con Hitler y, por tanto, hacer que la URSS compartiera fronteras con el Tercer Reich.
Además, nada ayudó tanto a la Alemania nazi en su invasión como la bárbara purga de oficiales, generales y otros mandos que Stalin había llevado a cabo en el ejército soviético durante los años 1.936 - 1.940, hasta las vísperas mismas de la guerra. Prácticamente, las fuerzas armadas del país quedaron descabezadas, los mejores generales (emblemático fue el caso de Mijail Tujachevsky) fueron eliminados, y al producirse la invasión, los mandos purgados tuvieron que ser sustituidos a toda prisa por otros bisoños, sin la menor idea sobre el mundo militar. Esto ya se vio en la Guerra de Invierno contra Finlandia, en la que, pese al triunfo de la URSS, las bajas fueron desproporcionadamente altas.
Otra desastrosa decisión de Stalin fue ignorar deliberadamente todas las detalladas y precisas informaciones que tenía sobre la mesa por parte de la NKVD, su espía estrella Richard Sorge e incluso del gobierno británico, y que le indicaban la fecha exacta de la invasión alemana. Al no tomarlas en cuenta, la invasión pilló a la URSS totalmente desprevenida, puesto que no se había adoptado medida defensiva alguna. Todas esas incongruencias le costaron a la URSS millones de muertos.
Pero sus defensores a ultranza nunca van a admitir esos hechos. Para ellos, el padrecito Stalin fue el salvador de la patria, y así seguirán venerándole...
El caso del mariscal Mijail Tujachevski, el 'Napoleón Rojo' y gran modernizador del ejército soviético, merece un capítulo aparte, porque demuestra hasta qué punto los alemanes se sirvieron de la mentalidad conspiranoica y profundamente desconfiada de Stalin para sus fines:
https://espanol.radio.cz/en-el-caso-tuj ... os-8583680