La Gran Presa del Renacimiento Etíope (o Gerd por sus siglas en inglés) pretende abastecer de energía a un país de 120 millones de habitantes, el segundo mayor de toda África, de los cuales solo un tercio tiene acceso regular a electricidad. La construcción ha costado entre 4.000 y 5.000 millones de euros y ha estado financiada en un 30% por créditos chinos. Tras numerosos retrasos, en 2022 se activó la primera de las trece turbinas, lo que permitió empezara a generar energía y hace apenas unos meses completó finalmente su llenado. El presidente del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional para la Coordinación de la Presa, Demeke Mekonnen, aseguró hace unos días que el proyecto estaba terminado “al 94,6%”. La precisión estadística de la afirmación (cualquier político hubiera dicho al 95%) se desconoce si se debe a su gran honestidad o a un gusto particular por la matemática.
Etiopía construye la “gran barrera del Nilo”
¿de quién es el agua de un río cuando transcurre por diferentes países? ¿Del país donde nace y tiene, posiblemente, menos agua? ¿Del país donde desemboca? ¿De cada país que cruza? Estas preguntas, de índole casi filosófica, han sido motivo de un significativo aumento de la tensión entre Egipto, Sudán y Etiopía en su disputa por el agua del río más largo del mundo: el Nilo.
El anuncio del proyecto provocó grandes recelos en sus vecinos río abajo y aunque los tres principales afectados (Egipto, Sudán y Etiopía) se han visto involucrados en numerosas mesas de negociaciones, conferencias, reuniones, etc., hasta ahora no han podido resolver una cuestión que sigue pudiéndose resumir en la siguiente pregunta: ¿de quién es el agua del Nilo? Etiopía, por ahora, se beneficia de su posición superior (geográficamente hablando) y no da su brazo a torcer; ellos decidirán cuánta agua discurre a través de la presa, construida sobre el afluente conocido como Nilo Azul, a apenas 15 kilómetros de la frontera con Sudán y que aporta un 86% del total del agua del río.
Desde El Cario y Jartum han tildado el proyecto como una grave amenaza para sus agricultores y reclaman un compromiso que favorezca a los tres países y que no deje a Etiopía como “único beneficiario”. El Ejecutivo sudanés aseguró que el caudal del río había descendido en unos 90 millones de metros cúbicos diarios y Egipto incluso llegó a pedir una intervención del Consejo de Seguridad de la ONU, amenazando con usar “todos los medios necesarios” para impedir el llenado de la presa. Las preocupaciones de El Cairo están fundamentadas: el río Nilo representa el 95% del suministro de agua del país y ya en 1979, el antiguo líder egipcio Anuar Al Sadat llegó a afirmar que el agua era “el único motivo que puede llevar a Egipto de nuevo a la guerra”.