El globalismo que se avecinaPor
Carlos Javier Sáiz Nuestro mundo se encuentra actualmente en un proceso que denominamos globalización, y que ciertamente no es nuevo, pero los medios actuales y la técnica han hecho que exista una interrelación entre los pueblos que nunca existió anteriormente.
Creemos que la globalización no es buena ni mala, sino que es y será como todos la construyamos; por eso quiero significar que hay un modelo de globalización que conscientemente apunta a la uniformidad unidimensional y busca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una indagación superficial de la unidad. Si una globalización pretende igualar a todos, como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y cada pueblo. Ese falso sueño universalista termina quitando al mundo su variado colorido, su belleza y en definitiva su humanidad. Porque el futuro no es monocromático.
Hay tendencias que buscan homogenizar el mundo y para ello destrozan la autoestima de algunos países para así dominarlos fácilmente. Detrás de ellas afloran intereses de poder que se benefician del bajo aprecio de sí, que logran de estos países, al tiempo que a través de los medios de comunicación y de las redes se intenta crear una nueva cultura al servicio de los más poderosos. Esto es aprovechado por el ventajismo de la especulación financiera y la expoliación…Por otra parte, ignorar la cultura de un pueblo hace que no se logre implementar un proyecto eficiente que pueda ser libremente asumido y sostenido en el tiempo, pues no existe mayor alienación que experimentar que no se tienen raíces. Es necesario generar relaciones de pertenencia entre los miembros de una sociedad, que creen lazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforman.
Hoy, las posibilidades de interrelación entre las culturas han dado lugar a nuevas perspectivas de diálogo intercultural. Pero no se debe olvidar que la progresiva mercantilización de los intercambios culturales aumenta el riesgo de lo que llamaríamos un eclecticismo cultural, asumido con frecuencia de manera acrítica. Se piensa en las culturas como superpuestas unas a otras, sustancialmente equivalentes e intercambiables. De este modo se pierde el sentido profundo de la cultura de las diferentes naciones, de las tradiciones de los diversos pueblos.
Dentro del contexto precedente nos encontramos con la dictadura del pensamiento único. Si no se piensa de un modo determinado no se es considerado moderno y abierto. Lo que es aún peor, cuando algunos gobernantes piden ayuda financiera se les responde: pero si tú quieres esta ayuda debes pensar de esta forma y debes promulgar esta ley y esta otra, lo que es contrario al humanismo cristiano que sostenemos y defendemos los carlistas, junto con las desgracias que, en la historia reciente del siglo XX, este “pensamiento único” ha causado.
En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y de las naciones, dando así forma de unidad a la ciudad del hombre.
La globalización bien entendida puede ser un instrumento para el cuidado de la casa común, pero eso comporta el compromiso de decidir juntos, después de haber ponderado responsablemente la vía a seguir con el objetivo de fortalecer esa alianza entre lo humano y el medio ambiente. Además de lo anterior, es preciso que exista una ecología del hombre bien entendida, pues la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la “ecología humana” en la sociedad, también la “ecología ambiental” se beneficia.
Para salvaguardar la naturaleza no basta con incentivos o desincentivos económicos y ni siquiera basta con una formación adecuada. Si no se respeta el derecho a la vida o a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de “ecología humana” y con ello el de la “ecología ambiental”. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. EL LIBRO DE LA NATURALEZA ES UNO E INDIVISIBLE. Los deberes que tenemos con el medio ambiente están relacionados con los que tenemos con la persona, considerada ésta en sí misma y en su relación con los demás. NO SE PUEDEN EXIGIR UNOS (deberes) y CONCULCAR LOS OTROS.
La globalización adecuada debe implicar “una acción social” que no se deje a merced de interés privados y de lógicas de poder con efectos disgregadores de la sociedad, en momentos difíciles como los actuales. También ha de entenderse como un proceso socioeconómico que “no debe implicar un imperialismo internacional del dinero”. Por ello, no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones favorables, o aún peor, para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y social.
En suma, la verdadera globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Esta unidad de la familia humana se presenta en un triple aspecto: deber de solidaridad, en la ayuda que las naciones ricas deben aportar a los países en vías de desarrollo; deber de justicia social, enderezando las relaciones comerciales defectuosas entre los pueblos fuertes y débiles, y, por último, un deber que abarca la promoción de un mundo más humano para todos, en donde todos tengan que dar y recibir, sin que el progreso de los unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros.
Nuestros mayores hicieron con la Hispanidad una auténtica globalización, la primera globalización. Realizada con sus luces y sombras (todo lo humano tiene errores), podemos afirmar que las luces brillaron muy por encima de las sombras. Por ello animamos a que todos aprendamos de esos errores para no repetirlos, y, cambiando lo que hay que cambiar, copiemos de sus innumerables aciertos.
Nota aclaratoria:Para escribir el presente documento se han utilizado otros del Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco; concretamente la encíclica “Caritas in veritate” del Papa Benedicto XVI y la encíclica “Fratelli tutti” del Papa Francisco. Más específicamente, todo lo escrito en negrilla es copia literal de estos dos textos en su versión en español.
La única excepción es lo referente a la “dictadura del pensamiento único” que fue condenada por el Papa Francisco en la misa matutina de la capilla de la “domus sanctae Marthae” que celebró el jueves 10 de abril de 2014.
A pesar de todo, y siendo una mixtura, se ha intentado realizar un documento coherente, ordenado y en el que se expresen los puntos sensibles. Creemos que se ha logrado.
https://www.alertadigital.com/2022/08/10/el-globalismo-que-se-avecina/