QUE NO SE ENREDEN
Terminaba la década de los años cincuenta en México, cuando los maestros, los ferrocarrileros y los electricistas, encabezaron una lucha contra el Gobierno porque consideraban que su aporte al desarrollo del país no estaba siendo bien compensado.
Muchos trabajadores se afiliaron entonces a las filas del sindicalismo, considerando que la función fundamental de los sindicatos era la de formar asociaciones o uniones para defender los intereses vitales de los empleados en diversas profesiones y luchar por la justicia social.
Pero como siempre pasa, no todos pensaban igual y algunos dirigentes y sus allegados empezaron a abusar de los instrumentos de lucha para presionar con otros fines. A favor de partidos políticos principalmente.
Los sindicatos se dejaron convencer por el corporativismo, permitieron que la corrupción corriera libremente por sus filas y pronto todo aquello era pura ambición, que es la pasión dominante en estos casos y se convierte en búsqueda imparable de riquezas, poder, dignidades, fama y codicia.
Hoy en día la mayoría de los sindicatos de Morelia llevan este sello: de corrupción e impunidad, además de franca complicidad con partidos políticos y autoridades. (Habría que investigar cuantos millones se llevaron entre ellos). Los sindicatos no pueden, -porque traicionarían la confianza y pluralidad de sus agremiados-, jugar el papel de “partidos políticos” que luchan por el poder, sin embargo, lo están. Los sindicatos no deben estar sometidos, directa o indirectamente, a las decisiones de los partidos políticos existentes y sin embargo lo hacen. A los sindicatos no corresponde tener vínculos con los partidos y no obstante los tienen.
Que no se enreden. Al sindicato, además de la función de defensa y de reivindicación, le compete la función de representación, dirigida a la recta ordenación de la vida económica y de la conciencia social.
Y punto.
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Del blog de un excompañero de trabajo, jubilado
http://josevillasenor.blogspot.com/