LA CLAVE ESTA EN DAMASCO

[Invitado]

La clave está en Damasco
Autor:
Miguel A. Murado
Fecha de publicación:
27/3/2011 - + Enviar Imprimir Volver Valoración de la noticia 1 , 2 , 3 , 4 , 5 , (3 votos) Envíando datos... Espere, por favor. Gracias. L a regla, más o menos, es esta: si la protesta comienza en la capital de un país árabe estamos ante una revuelta de las clases medias urbanas con una orientación reformista o democrática. Es lo que sucedió en Túnez y Egipto. Si la protesta comienza en una ciudad de provincias, sobre todo si es conservadora, es más probable que haya por medio un elemento tribal, religioso o social.
Es lo que sucedió en Libia, donde la rebelión se inició en las dos ciudades más tradicionalistas del país (Bengasi y Derna) y no logró extenderse a Trípoli, conduciendo a la guerra civil.
Por eso, que la rebelión siria tenga su epicentro en Deraa, una ciudad de provincias y muy conservadora, es significativo. Aunque ha habido manifestaciones en otras ciudades, todavía son pequeñas. En Damasco no han pasado de algunas docenas de personas (aunque también es cierto que la capital está muy vigilada). El fuego sí ha prendido en la ciudad de Hama, en cambio, el escenario de la sangrienta revuelta islamista de 1982.
¿Quiere esto decir que en Siria estamos ante la tan temida revolución islámica? No necesariamente, y nada apunta por ahora a la participación, ya no digamos la instigación, de los Hermanos Musulmanes sirios. Más bien parece tratarse de una protesta contra la violencia de la mukhabarat, la policía, que comenzó arrestando niños y ha abierto fuego contra funerales.

Es la sangre derramada, y no Facebook, lo que alimenta una revolución en estos lugares. La policía (generalmente procedente de otras regiones del país) dispara y mata manifestantes, y sus familias extensas y vecinos escalan el conflicto para vengarlos como un deber tribal. Así sucedió en Libia, así está sucediendo en Siria.

La élite suní, la clave
Lo que podríamos llamar la oposición democrática (exiliados, poetas y viejos comunistas con mucha cárcel a sus espaldas) está tan débil y dividida que cuenta poco en todo esto. La clave está en qué hará la élite urbana. Una parte de esta élite la compone la minoría alauí, la secta chií a la que pertenece la familia al Asad, y que retiene las riendas del poder político, la Seguridad y el Ejército.
Esto cierra la posibilidad de una salida «a la egipcia» en la que el Ejército se haga cargo de la transición, porque la oficialidad alauí sabe que su poder (e incluso su vida) dependen de la pervivencia del régimen. Pero esta élite urbana está también formada por miembros de la mayoría suní que militan en el partido oficial Baaz (un millón de afiliados) y que, aunque no ostenten el poder, se benefician económicamente de él.
Es esta élite suní, cada vez más descontenta, la que puede convertir esta revuelta rural en una revolución democrática.
Si ocurre, lo sabremos porque oiremos hablar de grandes manifestaciones en Damasco, no en Deraa ni en Hama. Si seguimos oyendo hablar de Deraa y Hama, será que esa transformación de algarada en revolución no se ha consumado.
Por desgracia, lo que seguirá, casi con toda seguridad, será una represión feroz pero local, al estilo de Libia, pero seguramente mucho más exitosa.
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