Esa idea de que “Occidente apoya a Ucrania” para proteger a Europa de Putin es una de esas narrativas de manual que, convenientemente, jamás cuestionan a quienes controlan los hilos del conflicto desde la sombra: Estados Unidos y, en menor medida, sus socios de la OTAN. Vamos a analizar la realidad detrás del “apoyo” occidental y sus supuestos beneficios.
Primero, Estados Unidos no está apoyando a Ucrania por solidaridad ni por la defensa de valores democráticos. La realidad es que Ucrania es un peón en un tablero mucho mayor, en el que Washington busca desgastar a Rusia, debilitando su influencia en Europa y neutralizándola como competidor geopolítico. La Unión Europea no pinta nada en esta historia; son los títeres de turno, financiando una guerra que la lleva directo al empobrecimiento y que sólo le asegura perder influencia y autonomía energética. ¿Crees que a Washington le importa si Ucrania o los países bálticos caen? No les importa nada más que su dominio, y la UE, una vez más, sigue su agenda ciegamente.
Segundo, esta guerra beneficia a EE. UU. y perjudica al ciudadano europeo, quien sufre la inflación, el encarecimiento de la energía y un panorama de incertidumbre económica sin precedentes. Todo esto mientras se nos vende la idea de una "ayuda" que no es más que una operación de manipulación en la que Europa carga con las consecuencias mientras Washington se enriquece vendiendo armas, gas y control sobre el Viejo Continente. Europa no está protegida; está siendo desgastada para asegurar su dependencia y subordinación al interés estadounidense.
Si realmente estuviesen preocupados por la seguridad europea, ¿no sería lógico que promovieran una solución diplomática y un modelo de seguridad europeo independiente, libre de la agenda militarista de Washington?